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Señorita provinciana

Pobrecita señorita provinciana,
b
lanca y suave y olorosa cual ninguna,
dulce y leve y amorosa cual tú sola,
que te pasas la existencia en la ventana
suspirando bajo el oro de la luna,
mientras suena un fox canalla la radiola.

Son en vano tus románticos latidos,
tus suspiros, tus anhelos, tus sonrojos,
y el ensueño que confías a las brisas;
nadie ronda tus balcones florecidos
por las luces de tus labios y tus ojos
y por las rosas temblorosas de tus risas.

Tú quisieras escuchar bellos rondeles,
ser la reina de una turba de poetas,
y no obstante, mientras sueñas y deliras,
no te rinden su homenaje los cinceles,
no te brindan sus colores las paletas,
no te cantan ni las arpas ni las liras.

En tus horas de quimeras vacilantes
cuando barres los jardines con tus faldas
y en las flores abandonas tus suspiros,
nadie oprime tus anillos de diamantes,
nadie gira tus pulseras de esmeraldas,
nadie besa tus collares de zafiros.

Tú no sabes de aspavientos ni de miedos,
y en las tardes de tormenta, cuando airados
rugen lluvia y viento y trueno en la solana,
yo te he visto dibujando con los dedos
amorosos corazones enlazados
sobre el húmedo cristal de la ventana.

Tu lectura es Abelardo y Eloísa,
tu perfume favorito, el de azahares,
y nimbada de ilusorias maravillas,
en la iglesia, cuando acudes a la misa,
en lugar de ver a Dios en los altares,
a tu lado ves un novio de rodillas.

La ilusión de los amores te desgarra,
del amor vive tu espíritu poseso,
es tu vida como un vago verso alado,
y en la noche, cuando llora la guitarra,
te figuras que el balitaw* es un besoooooooooo*danza filipina
en tus leves pies desnudos refugiado.

¡Cuántas veces, de tus labios orgullosa,
a la rosa, despreciaste que palpita
del crepúsculo bisayo* en el reflejo!ooooooooo*de las Islas Bisayas en Filipinas
y al saberte tan bonita, tan airosa
y mirarte tan gentil y tan solita,
¡a ti misma te besaste en el espejo!

Pobrecita señorita provinciana,
blanca y suave y olorosa cual ninguna,
dulce y leve como el cáliz de una flor;
cualquier noche será un nicho tu ventana,
blancos cirios los fulgores de la luna,
y tu caja mortuoria el amor.

^arriba^


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