No es dolor ni locura
que han convocado al mundo.
Es el velo de maya*,
las máscaras inciertas
que pretenden ser yo.
Siempre igual y distinta,
siempre púber y anciana.
Eterna en el acecho
para verter la nube
en lluvia, en danza,
en viento,
ocaso del espejo
de la vida y la muerte.
El velo es sueño,
sólo eso,
entrecerrar el párpado
y no querer jamás que parta el alba.
Es el vislumbrar
de una memoria antigua
que comparte el hombre
con la tierra.
Vivir,
Soñar,
Es todo uno.
El hombre
atado a su deseo
vierte su semen,
recoge su cosecha.
Inventa el ayer,
crea el mañana,
destruye el hoy--
el momento preciso
del ser--
mientras la rueda
pasa,
da vuelta
y retorna
del hoy
al siempre de la noche eterna
en espiral.